El Círculo Sagrado
Nos encontramos sentados en la luna nueva, donde la obscuridad inunda todo el entorno, el dios Curicaueri se hace presente en el fuego ardiente de los leños secos, el viejo sabio se levanta de su asiento y con su cantico nahual invoca a los espíritus, todos comenzamos a cantar y a danzar tonalmente para despertar a la gran madre tierra, entrando con cada paso a esa catarsis reflexiva como buenos guerreros.
Danzando ofrendamos nuestras intenciones a los cuatro vientos para que susurren sus consejos, alistamos nuestros sentidos para percibir la llegada de nuestros ancestros y juntos sanar nuestro pasado, en esa embriagadora noche uno de los ancianos nos narra un cuento…
El cuento del árbol que nuca perdió su felicidad
"En las faldas de la gran montaña se columpiaba con el aire un hermoso árbol, fuerte y frondoso. Albergaba colonias de ardillas que lo hacían reír todas las mañanas con sus travesuras. En el atardecer, su amiga el águila llegaba para platicar y juntos ver la puesta del sol, su vida era hermosa, vivían años maravillosos.
Un día, al amanecer, el árbol escuchó ruidos extraños. Sus amigos los animales huían aterrados y, observando con más detalle, vio cómo se posaron a sus pies unos extraños seres. Intentó dialogar con ellos, pero al parecer eran sordos. El señor árbol no entendía lo que pasaba, todo eso era raro para él.
Con instrumentos extraños comenzaron a cortar su tronco, el dolor desagradable lo llenó de miedo, se desmayó y, al hacer conciencia, se vio tirado en el suelo; no comprendía lo que pasaba; la tristeza inundó todo su ser; el sufrimiento no llegaba a su fin.
Comenzaron a mutilarlo y, llorando desde su centro, la agonía lo acompañaba. Por más que intentaba hablar con ellos, no escuchaban, lo descuartizaron y se sintió dividido en cientos de pedazos; lo arrastraron lejos de su hogar y le clavaron fierros. Construyeron una casa con su cuerpo.
El señor árbol extrañaba su hogar y la nostalgia invadía su corazón; extrañaba a sus amigos. Con el tiempo se fue acostumbrando a la soledad; en su alma sólo quedaban los recuerdos y vivía anhelando el pasado.
Una noche escuchó un llanto extraño. Al poner atención, observó un nacimiento, una pequeña criatura se movía y hacia ruidos muy agradables ¡le recordó a sus amigas las ardillas!
Comenzó a poner atención a ese acontecimiento y vio que esa cría lo miraba fijamente. Se preguntó: "¿Será que él me pueda escuchar?" Y le habló.
- Hola amiguito.
El niño le regalo una sonrisa y la inocencia del pequeño bebe lo alegró. En ese momento el árbol entendió todo lo que pasó en su vida, vio su miedo acompañado de tristeza y comprendió que nunca cambió, seguía siendo el mismo ser, lleno de amor y felicidad".
Con esta narrativa yo te invito a mirar tu interior y juntos comprender las enseñanzas del Tonal y el Nahual. Ahooooooo.