¿Soy buen padre? ¿Soy buena madre?
¿Cuántas veces te has preguntado si eres buen padre o madre? ¿Cuántas veces te has hecho esta pregunta con desesperación tras una situación de crisis familiar? ¿Cuántas veces has llorado de miedo o de angustia al sentirte culpable por las reacciones de tus hijos?
Las veces que te has preguntado no importan, lo importante es que las hiciste. Y por ello te agradece el universo. El cuestionamiento humano es un síntoma de un despertar, justamente en este despertar de consciencia el humano cuestiona todo lo que pasa a su alrededor.
Miles y miles de años sin preguntar nada... Esto puede ser muy doloroso en la mayoría de los casos, pero conforme comprendes que todo fue y es un proceso meramente natural, parte de una evolución la perspectiva de las cosas cambia.
Tus ojos dejan de observar las cosas con la misma firmeza y dureza con la que fueron establecidas y rompes en tu cabeza esa estructura. Observa a tus hijos, a los jóvenes, a los niños; ellos son el vivo ejemplo de una vida en evolución, cuestionando, analizando si realmente les sirve o no para su vida.
Te invito a que reflexiones y pienses: ¿Qué realmente me sirve para mi vida? ¿Qué es lo que amo hacer? ¿Lo estoy haciendo en estos momentos? Nuestros hijos son los mejores maestros para esto; ellos nos enseñan con el ejemplo a cuestionar, con nuestro reflejo oprimido por falta de cuestionamiento interior.
Nos enseñan a que la congruencia es esencial en la vida de una persona feliz y próspera. Quieren congruencia en todo. Sin máscaras, verdades de frente.
Si tu vida está perfecta y no tienes nada que cambiar, sigue igual, y si tienes algo que te gustaría mejorar, navega en las profundidades de tu macrocosmos interno hacia un viaje de introspección y desde el amor que te tienes como Ser único e irrepetible.
Recuerda que tus hijos te eligieron en este viaje de la vida porque eras el maestro perfecto para ellos en esta su lección de vida. De la misma manera que tu elegiste a los tuyos.