¿Por qué? O, mejor dicho, ¿Para qué?
Todas las personas, por el hecho de estar en la vida, hemos tenido pérdidas de mayor o menor intensidad y el dolor que sentimos en cada una de ellas es único e irrepetible, situación que depende de muchos factores entre los que podemos mencionar algunos como el vínculo o tipo de relación que teníamos con la persona, objeto o circunstancia perdidos, la personalidad de cada uno de nosotros, la independencia o el apego.
A veces las pérdidas se presentan en el momento que menos imaginamos y el dolor es tan grande que nuestra mente se confunde y nos llenamos de preguntas que no tienen respuesta y, si las hay, no nos consuelan ni quitan el dolor. Muchas veces hemos escuchado o quizás nosotros mismos hemos dicho a manera de consejo: “No te preguntes ¿por qué?, sino ¿para qué?”
Pudiera ser una buena propuesta que nos permitan seguir adelante, pero la realidad es que en esos momentos nos cuesta trabajo encontrar un sentido a la experiencia tan dolorosa, que en muchos casos es por la muerte de un ser querido, un hijo.
Sin embargo, cuando nos llega un tiempo de calma y podemos pensar, es posible encontrar respuestas al “por qué”, que nos ayudarán a encontrar respuestas al “para qué”.
Muchas de nuestras vivencias están dictadas por una historia ancestral que pasa de generación en generación y, aunque no la conocemos, está registrada en nuestra memoria inconsciente familiar y es posible que nuestros antepasados hayan tenido experiencias trágicas que nadie miró, o en su caso fueron experiencias a las que no se les dio la importancia en su adecuada magnitud.
Y si nos atrevemos a mirarla con los ojos del alma, se descubren razones o motivos que dan origen a las vivencias de hoy.
Como un ejemplo, podremos darnos cuenta de que a la abuela, a quien su hijo le fue arrebatado por la guerra, la familia y la sociedad ensalzó la acción heroica del hijo guerrero, ignorando el dolor de la madre. Podremos darnos cuenta que esa abuela vivió y murió con ese dolor profundo y ahora nuestra alma en forma inconsciente dice “yo, como tú abuela”.
Esta es una invitación a tomar consciencia de que es posible encontrar sentido a lo que nos sucede, por doloroso que sea, y al mismo tiempo será una oportunidad de honrar el destino de nuestros ancestros, cuando en su momento no fue tomado en cuenta.