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HIJOS QUE AMAN DEMASIADO

En principio, pienso que no hay límite en el amor o en el amar demasiado. De hecho, el amor es la fuerza que nos sostiene a todos. El propósito de esta reflexión está dirigido a aquellas mamás que tienen un hijo especialmente amoroso. Ese que se preocupa por preguntarle por qué está triste. Aquel con quien se apoya cuando siente soledad, distanciamiento o ausencia de pareja.

Contar con ese hijo pequeño más cercano, más cariñoso, más atento, más responsable, representa una grata experiencia y orgullo para mamá, y sin darse cuenta, con el transcurso del tiempo, se olvida que hay un proyecto personal que da sentido de vida. Las carencias personales se ven cubiertas por las atenciones de ese hijo que “ama demasiado”.


Luego, cuando el hijo se va, porque eligió estudios o trabajo lejos de casa, o eligió pareja, o muere, para esa mamá se acaba la vida, porque olvidó darle un sentido a cada uno de sus días, se olvidó de sí misma.


Y no se trata de minimizar el dolor por la muerte de un hijo, ni ignorar el duelo por haberlo perdido como elemento clave en casa. Se trata de recordar la fuerza que tenemos como seres, como personas, como mujeres, como madres, de mirar con satisfacción la forma en que brindamos a los hijos herramientas para verlos volar.


Mamá querida, tú que tienes un hijo amoroso que te acompaña, que se ocupa de tus tristezas y soledades, revisa hoy antes de que pase más tiempo, cuáles son las carencias que ese hijo te está resolviendo, y permite que te él ame sin cuidarte, sin velar por ti. Recuerda que cada persona tiene un destino que puede honrar si honra primero su propia historia.


Colócate en un lugar de más grande capaz de cuidar a ese hijo, déjalo volar, libéralo para que tú también te liberes y puedas andar tu camino cuando él ya no esté contigo. Ámate demasiado, confía en ti aún en soledad.

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