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Vivir en DESAPEGO

La palabra DESAPEGO supone un gran valor interior que todos deberíamos aprender a desarrollar: Significa amar en la libertad con la consciencia de que todo se mueve y cambia constantemente.

¿QUÉ ES EL APEGO?

El apego es una necesidad compartida por la especie humana y los animales. Consiste en un lazo de unión entre la cría (humana o no) y su madre o cuidador, independiente de la nutrición y del sexo. La función primordial del apego es proporcionar seguridad a las crías. Posteriormente, el deseo de apego satisfecho, genera un vínculo de amor entre la cría y el cuidador.


Jaime Jaramillo, en su libro: “Te amo…pero soy feliz sin ti”, distingue tres tipos de apego:

1): APEGO AFECTIVO: Lo considera una especie de adicción y no tiene nada que ver con el amor, sino con el miedo de perder al ser querido.

2): APEGO MATERIAL: Dar más importancia al “tener” que al “ser”. Supone centrar la felicidad en la posesión de cosas materiales (dinero, bienes…)

3): APEGO IDEOLÓGICO: Depender de determinadas ideas y creencias.


¿QUÉ ES EL DESAPEGO?

Una de las mejores definiciones de desapego es “la determinación de ser libre”. El desapego es lo contrario de la dependencia. Podría definirse como “carencia de sed”. Piensa en el ánimo de una persona desesperada por la sed y en el de alguien que no la tiene.


El desapego es amor. Implica vivir en el presente, en el aquí y ahora, aceptando la realidad y los hechos que van sucediendo. Que soltaremos de la mano lo que amamos, pero sin dejar de amarlo.


LA LEY DEL DESAPEGO: ¿QUÉ NOS ENSEÑA EL BUDISMO?

Un turista americano fue a El Cairo, con el único objetivo de visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuarto muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.

- ¿Dónde están sus muebles? – preguntó el turista.

Y el sabio también preguntó: - ¿Y dónde están los suyos?

- ¿Los míos? – se sorprendió el turista -¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso!

- Yo también… – concluyó el sabio.

EL APEGO ES UNA EXPRESIÓN DE INSEGURIDAD

La ley del desapego nos indica que debemos renunciar a nuestro apego a las cosas, lo cual no significa que renunciemos a nuestras metas, no renunciamos a la intención sino más bien al interés por el resultado. A primera vista, puede parecer una nimiedad o un cambio insustancial pero en realidad, se trata de una transformación colosal en nuestra forma de comprender el mundo y en nuestra manera de vivir.


De hecho, en el mismo momento en que renunciamos al interés por el resultado, nos desligamos del deseo, que a menudo confundimos con la necesidad y que nos conduce a perseguir metas que realmente no nos satisfacen. En ese momento, adoptamos una actitud más relajada y, a pesar de que puede parecer un contrasentido, nos resulta más fácil conseguir lo que deseamos. Esto se debe a que el desapego sienta sus bases en la confianza en nuestras potencialidades, mientras que el apego se basa en el miedo a la pérdida y la inseguridad.


LA INCERTIDUMBRE COMO CAMINO

El apego es el producto de una conciencia de pobreza, que se centra en los símbolos. De hecho, para el budismo, la vivienda, la ropa, los coches y los objetos en sentido general, son símbolos transitorios, que vienen y van. Perseguir esos símbolos equivale a esforzarse por atesorar el mapa, pero no implica disfrutar del territorio. Por eso, terminamos sintiéndonos vacíos por dentro. En práctica, cambiamos nuestro “yo” por los símbolos de ese “yo”.


¿Por qué perseguimos esos símbolos? Básicamente, porque nos han hecho pensar que en las posesiones materiales radica la seguridad. Pensamos que al tener una casa y ganar mucho dinero, nos sentiremos seguros.

LOS PROBLEMAS COMO OPORTUNIDADES

La ley del desapego no nos indica que no debemos tener metas. Cuando abrazamos el desapego no nos convertimos en hojas movidas por el viento. De hecho, en el budismo las metas son importantes para marcar la dirección en la que caminaremos. Sin embargo, lo interesante es que entre el punto A y el punto B, existe incertidumbre, lo cual significa un universo prácticamente infinito de posibilidades. Así, para alcanzar nuestro objetivo, podemos seguir diferentes caminos y cambiar la dirección cuando lo deseemos.


Esta manera de comprender la vida nos reporta otra ventaja: no forzar las soluciones a los problemas y mantenernos atentos a las oportunidades. Cuando ponemos en práctica el verdadero desapego, no nos sentimos obligados a forzar las soluciones de los problemas sino que somos pacientes y esperamos y, mientras lo hacemos, encontramos las oportunidades.


LOS 5 PRINCIPIOS DEL DESAPEGO

Debemos aprender a ser autónomos dentro de todas nuestras relaciones, ya sean de pareja o familiares y respetar el espacio personal de cada uno. Siempre debemos basarnos en la confianza


1. El desapego no es romper los vínculos emocionales, es reforzarlos con mayor equilibrio

Es posible que la palabra “desapego” confunda a muchos. “Despegarse” no sería en este contexto emocional la idea de alejarse de alguien y aún menos de “enfriar” nuestras relaciones. Practicar el desapego saludable es, en realidad, un principio que todos deberíamos aprender a practicar y, a su vez, fomentar en nuestros hijos.


2. Tú eres responsable de tu vida

Tú, y sólo tú, eres responsable de tu propia vida. No eches la culpa a los demás de lo que te ocurre, no digas aquello de “nunca podré ser feliz porque la persona que amo no me quiere”.

Este tipo de expresiones son los clásicos ejemplos del apego más tóxico y peligroso. ¿Por qué debe depender tu felicidad de segundas personas? No lo hagas, no lo permitas. Desde el momento en que tu propio bienestar depende de lo que otra persona haga, diga o deje de hacer, estarás haciéndote daño a ti misma.


3. Eres una persona libre, pero favorece también la libertad de los demás

Amar a alguien no es controlar o dominar. Querer es confiar y, al mismo tiempo, en la confianza está implícita la libertad. Por ejemplo, si tú quieres a tu pareja no tienes por qué controlarlo a cada instante para saber qué está haciendo, tú sabes que te quiere y que, por tanto, no te va a traicionar. Tú confías y ofreces espacios personales a quienes amas.


4. Aprende a vivir en el presente

Nuestros apegos se anclan, sobre todo, en esos hechos del pasado que nos unen inevitablemente a algo que nos hace daño. Así pues, debes concienciarte en estar más presente, a valorar el “aquí y ahora”, porque es en este mismo momento cuando se abre tu auténtica oportunidad de ser feliz. No la pierdas, el pasado ya no existe y el mañana aún no ha ocurrido… ¡Vive al máximo tu presente!


5. Toma conciencia de que nada es eterno, que las pérdidas forman parte de la vida

En nuestra vida, en este mundo en que todos nos hallamos inscritos, nada es eterno. La vida fluye, se mueve, cambia a cada instante y son muy pocas las cosas que podemos retener.

Es importante que aprendamos a aceptar que las pérdidas van a hacer acto de presencia a lo largo de nuestra existencia, de ahí la importancia de desarrollar un apego saludable, aceptando que puedes perder eso que ahora amas, pero no por ello tu vida va a detenerse. Deberás seguir avanzando, con integridad, con toda la plenitud que puedas.

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