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Somos la punta de lanza. Somos las nuevas. Somos a las que les toca.

Vivimos en una época en la que el feminismo nos ha puesto en la cresta de esta ola y ahora estamos aquí gracias al esfuerzo de generaciones anteriores y de mujeres que siguen trabajando todos los días.

Hace algunos años me tocó asistir a un Congreso Nacional de Mujeres Radialistas de México. Por esos días se suscitó un incidente que a todas nos hizo ver algo de lo que no nos habíamos percatado: Jerarquía y matriarcado.

A pesar de que estábamos todas ahí para conjugar esfuerzos y visiones en pos de un mundo mejor para las mujeres de todos los sectores, nos dimos cuenta de que estábamos reproduciendo un patrón que nos hacía daño: Las más grandes intentaban imponerse sobre las más jóvenes, apelando a su edad, experiencia y vivencias. Error.

Un grupo de mujeres nos reunimos en mi habitación para exponer dichos puntos y elaborar una estrategia clara donde pudiéramos expresar nuestro sentir. Esa misma noche, casi sin dormir, fueron creadas una canción, una corta obra teatral y un discurso donde las más jóvenes participábamos.

Al día siguiente, en medio de la reunión en el gran salón, hicimos el llamado y las más grandes lo escucharon. ¡El resultado fue extraordinario! Reinó, a partir de aquella mañana, una atmósfera de mayor equidad, donde la brecha intergeneracional se había roto y ahora nos agrupábamos por intereses y habilidades.

Esta experiencia me dejó una cosa en claro: Cambiar requiere hacernos conscientes de lo que verdaderamente hay en nuestro entorno y también en lo más profundo de nuestra construcción psíquica, emocional y mental.

En ese Congreso las circunstancias se prestaron para que todas llegáramos a una comunión. Pero, ¿qué pasa cuando eso se da a un nivel más amplio, social, global, laboralmente hablando? Es preponderante darnos cuenta de que aún nos falta mucho por recorrer y, lo más importante es recorrerlo juntas y construyendo a nuestras congéneres.

 

La Sororidad es un término que establece la alianza creada entre mujeres; un pacto político de género donde no hay jerarquía, sino un reconocimiento de la autoridad de cada una.

Dicho principio está basado en la equivalencia humana y tiene un fundamento de reciprocidad que potencia la diversidad: Implica edificar, compartir y valorar recursos, tareas, acciones y éxitos.

Así que ahora me gustaría mostrarles lo que las mujeres unidas hacemos cuando se nos planta en el camino un evento personal o social que nos hace sacar a la mujer salvaje

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